dilluns, 28 de febrer del 2011

Ghostgirl 3 - Lovesick - Capitulo 5




Capítulo V: Jugar a ser ángel

Sin embargo, los pensamientos que intentamos negar
toman un papel en nuestras vidas
luchamos en las profundidades del orgullo
enredado en las mentes solas
—Portishead
***
Oportunidad perdida. No anhelamos lo que nunca tuvimos, pero anhelamos terriblemente las cosas que casi tuvimos. Y anhelamos por sobre todo lo que solíamos tener. Aunque esperemos y recemos por nuestras relaciones, nuestro aspecto y para mejorar nuestras vidas; tener más también significa tener más que perder.
***
El camino a casa después del anuncio de Markov, o sentencia, más apropiadamente, se sintió especialmente largo hoy, lo cual estuvo bien para Charlotte. Ella andaba con Eric. Ellos no conseguían mucho tiempo solos, por eso estos paseos le representaban mucho a ella, y también a él, ella esperaba. Ella decidió aprovechar la oportunidad para llegar a conocerlo un poco mejor, por el bien de Pam y Prue, y por ella misma.

—Así que, ¿dónde estabas? —Charlotte preguntó.

—¿Te refieres a cuando llegué tarde al trabajo esta mañana? —Eric preguntó.

—No, tonto —se rió Charlotte—. Antes de que vinieras aquí.

Eric se tensó un poco. Estaba claro que no le gustaba charlar sobre su pasado.

—Yo era un abandono escolar —él ofreció hablando lentamente—. Aunque fallecí en escena, tuve que ser Ed el Muerto para conseguir mi GED[1] en el cementerio, supongo —relató Eric, la desagradable memoria de ello obviamente todavía con él.

—¿Tú eras de Hawthorne, verdad? —Charlotte interrogó—. Eso es probablemente el por qué te enviaron acá una vez que te les apareciste.

—Podría ser —dijo Eric, de forma indiferente—. Para ser sincero, nunca me sentí realmente en casa en Hawthorne.

—Tampoco yo —añadió Charlotte, notando algo más que ellos tenías en común.

Charlotte amaba estar junto a él. No de la llamativa manera MTA[2], mírame-yo-tengo-novio, sino más bien de la clase que la hacía sentirse ella misma. No completamente a gusto, pero confortable. Ella presentía que podía contarle algo y que él la comprendería. Aunque nunca lo había intentado verdaderamente hasta ahora.

—¿Piensas que esta nueva asignación  es un modo de mantenernos separados? —Charlotte le preguntó, esperando que su reacción demostrara el nivel de sus sentimientos hacia ella. Estos eran los primeros días y ella se sentía bastante insegura todavía.

—¿Por qué todas esas teorías de conspiraciones, Juliet? —preguntó Eric rotundamente—. Eso no es rock.

Ella no estaba segura todavía de lo que realmente constituía el “rock” y lo que no lo hacía, sin embargo ella había llegado a entender la suma importancia que esto tenía para Eric. No era un estilo idiota de Metal Mike, ella se aseguró a sí misma, sino en la simple, genial y encantadora manera de Eric.

Charlotte tragó aire. —Solo quiero decir, ¿por qué ahora? —ella se dio la vuelta, buscando apoyo, solo que  de una forma menos obvia—. ¿No sospechas para nada?

—Hombre, pensé que solo las estrellas de rock se permitían egos grandes —respondió Eric, mitad bromeando.

Eso le hizo daño a Charlotte, y hasta Eric, quien no era tan bueno leyendo sus sentidos de humor, tomó su expresión como un signo claro de que estaba siendo insensible.

—Perdón, Charlotte —agregó Eric, acariciando su brazo con el suyo, y casi, no obstante no totalmente, sosteniendo su mano—. Pero no veo ninguna conspiración en esto. Es solo otra cosa que debemos hacer para llegar adonde tenemos que ir.

Él estaba sonando mucho como su padre, lo cual la consolaba e irritaba. Justo ahora, era sobre todo irritante. ¿No se dio cuenta él que una ruptura así como esta podría significar la muerte de una nueva relación? ¿Su relación?

***
Las Wendys estaban compartiendo un mini-pastel de arroz afuera de la cafetería, y obsesionándose, como de costumbre, con Pétula y los talles de su cintura.

—¿Viste a esa niña exploradora de la Fusión Asiática que se lanzó abajo en la Red de Alimento anoche? —Wendy Anderson comenzó—. Yum, yum.

—No, yo estaba cambiando entre el Canal Nacional Geográfico y Planeta Animal anoche —Wendy Thomas contestó—. No podía creer lo gordos que eran aquellos nativos. Sus estómagos son absolutamente enormes.

—¡Eso es porque nosotras evitamos todos aquellos carbohidratos! —señaló Wendy Anderson—. Alguien debería transportar por avión algunos cajones con Ab Rollers[3] junto con el arroz y leche en polvo.

—Las simples substituciones como la proteína en polvo y el arroz tostado —ofreció Wendy Thomas— harían maravillas.

—Una pequeña proteína delgada no dolería, y es fácil conseguirla —añadió Wendy Anderson— con todos esos animales corriendo por ahí.

Ambas requieren un corto descanso para saborear e ingerir su galleta seca. —Tú sabes —mencionó Wendy Thomas—, se me acaba de ocurrir que, para la mayor parte del mundo, Planeta Animal es la Red de Alimento.

Justo cuando Wendy Anderson estaba a punto de aplaudirle aquella penetrante observación, Darcy se acercó a ellas, interrumpiendo su secreto bocadillo sacrificio a la Diosa del Peso Ideal. Ella iba vestida con ropa costosa, y sin ningún logotipo propaganda visible desde su bolsillo trasero hasta su manga, para mostrar su nivel de nouveau riche[4].

Las dos Wendys retrocedieron, echando para atrás sus cabezas como unas tortugas asustadas. Darcy, observaron las Wendys, había hecho ya sus deberes.

—¿Ustedes son las Wendys, cierto? —Darcy saludó— ¿O es solo que su circo se llama así?

—No tenemos un acto —Wendy Thomas disparó de inmediato, despistando al anormal espectador intencionalmente. Darcy sonrió con satisfacción, riéndose de ellas ya que lo único que esas muchachas probablemente conocían sobre Carpas de Circo venía de la oficina de un cirujano plástico.

Por su parte, las Wendys estaban menos ofendidas que intrigadas por la audacia de la joven nueva.

—Esas somos nosotras —contestó Wendy Anderson con curiosidad, callando a Wendy Thomas— ¿Y tú eres…? —por supuesto que ellas lo sabían, sin embargo nunca le brindarían a Darcy la satisfacción de su reconocimiento.

—Darcy —respondió la joven, alzando ligeramente la barbilla y chupando sus mejillas—. El placer es suyo, estoy segura.

—¿Qué podemos hacer por ti? —Wendy Thomas interrogó regiamente.

—Lamento molestarlas en su almuerzo —bromeó Darcy, observando el pastel de arroz—, pero tengo algo de información sobre Pétula que consideré que ustedes podrían encontrar interesante.

¿Una total forastera chismeando sobre Pétula? ¿Y utilizando su nombre, nada menos? Este no era un simple hecho. Muchos de los antiguos israelitas tenían prohibido decir el nombre de Yahweh[5], los estudiantes de Hawthorne se abstenían de charlar sobre Pétula en un modo familiar.

Las Wendys retrajeron sus garras momentáneamente debido a que Darcy parecía saber algo sobre Pétula que ellas desconocían, un acontecimiento muy extraño en la Tierra de las Wendys.

—Continúa —Wendy Thomas instruyó concisamente.

—Conozco alguien que conoce quien —relató Darcy, hablando vagamente para proteger a su fuente asumieron las Wendys— oyó que Pétula fue vista en un callejón del sur de la ciudad anoche.

—¿Haciendo qué? —interrogó Wendy, tratando de no parecer interesada a fondo, pero muriendo por saberlo en secreto.

—Él no me lo contó —contestó Darcy—. Creí que debería decírselos primero a ustedes antes de que…ya saben, que se propague por todo el colegio.

Darcy sabía que si tal información llegaba a difundirse, las Wendys serían bastante humilladas por su asociación. Con el fin del último año aproximándose, sus legados estaban en juego.

—Que considerada eres —dijo rotundamente Wendy Thomas, sus ojos escudriñando fijamente a Darcy de reojo.

—¿Qué es lo que quieres? —Wendy Anderson preguntó.

—Nada —Darcy respondió—. Es solo que calculé que ya han sido humilladas lo suficiente como para dos vidas.

—¿A qué te refieres? —Wendy Thomas interrogó.

—Todo eso del coma, siendo dejada un año atrás y siendo arrebatado su novio por su hermana menor —agregó Darcy en voz baja—. Y ahora esto.

Ella estaba haciendo un movimiento ostensible contra la Reina, una maniobra de poder, y las Wendys estaban muy impresionadas. Esto se estaba volviendo muy político, y para ellas eso siempre era una pequeña intriga. Ellas no se decidían completamente todavía qué hacer con estas noticias o con el mensajero que se las comunicaba.

—Mantengámoslo esto confidencial por el momento —incitó bruscamente Wendy Anderson, al mismo tiempo que ambas Wendys bordeaban a Darcy y caminaban junto a ella por el pasillo, a una distancia segura de cualquier persona presente curiosa.

Darcy no estaba desconcertada por su intento de intimidarla.

—Considérenlo un regalo —contestó ella, pavoneándose hacia la salida y sonriendo mientras la campana anunciaba el tercer período.

***
El drama del día continuó al llegar a casa para Charlotte, o mejor dicho, ella siguió con el drama.

—¿Qué quieres decir con que vas a volver? —la mamá de Charlotte preguntó, aguantando lágrimas que nunca vendrían.

El arrebato de su madre solo servía para alimentar la llama que ya ardía en la cabeza de Charlotte. Se sentía bien saber que ellos estaban tan profundamente preocupados por ella. Gracias al semblante serio de su padre, ella pudo adivinar la otra parte de la ecuación. Él era un oyente sin precipitarse ya en sus palabras, ya en sus acciones.

—Esto no es correcto —se quejó Charlotte en voz alta—. Tengo lo que siempre he deseado y ahora me lo van a quitar alejándome de todo esto.

Charlotte no estaba solo disgustada sino que también excitada. Esta era la primera oportunidad que ella tenía de expresarse alguna vez a sus padres. Ser una niña.

—Charlotte, sabemos cómo te sientes. Todo lo que siempre quisimos era estar contigo otra vez, y averiguar que te marchas… —inició Bill Usher compasivamente—. Pero quizás tú sencillamente estás siendo necesitada en asuntos más grandes.

Ella esperaba algo más que un discurso de siéntete bien esta vez. Ella quería ser rescatada de este apuro. Ella deseaba quedarse, y él era su… papá.

—Bill, esto no está bien y tú lo sabes —dijo la mamá de Charlotte, la exasperación de su voz tan familiar para él.

—Eileen, mira, ¿y si tu madre no hubiera dejado que te mudaras a Hawthorne? —Bill ofreció racionalmente—. Vosotras nunca me habríais conocido.

—No, pero yo estaría viva —contestó Eileen tiesamente.

Charlotte no se podía creer lo que acababa de salir de la boca de su madre, y tampoco se lo creía ella misma por expresión de su cara. A Charlotte se le ocurrió que ella no era la única que llevaba problemas suyos no resueltos a la familia.

—Esto es tan injusto —agregó Charlotte, repitiendo los mismos sentimientos de los numerosos adolescentes que gimieron mucho antes que ella, y lo más importante, rompiendo la tensión entre sus padres.

—No es muy justo, pero tienes que verlo desde otro punto de vista —continuó Bill, el reservado consejo paternal ahora simplemente emanaba de él—. Tienes una responsabilidad contigo misma y tus compañeros de clase, y no puedes defraudarlos.

En ese preciso instante, Charlotte no podía ver el bosque entero, solo sus árboles. Especialmente uno de gran tamaño que se asimilaba a un tótem con el rostro de Markov grabado en él, y que bloqueaba su camino a la última felicidad.

—Tu padre tiene razón. Incluso aunque no podamos cambiar la situación, podemos cambiar el modo en que lo miramos —agregó Eileen, abrazando a Charlotte con toda su fuerza y corazón.

Charlotte notó la transformación del tono de su madre y sintió que Eileen se había recobrado ante la fortaleza en la firmeza de su padre. Ellos estaban siendo un equipo paternal, en la misma página, y aunque ella no estuviera de acuerdo, había comodidad e impulso en esa unión.

Eileen y Bill le sonrieron, haciendo señas a Charlotte comunicándole que ellos estarían bien, y que también lo estaría. La abrazaron con fuerza, sacándole la vida, por así decirlo.

Satisfecho de que el problema ya estaba solucionado, Bill le dio un pellizco en la mejilla al mismo tiempo que él dejaba la habitación. Eileen, sin embargo, no era tan rápida con las despedidas.

—Charlotte, sé que estás enfadada por nuestra separación aunque sea por un corto período —dijo su mamá—, pero presiento que algo más te sucede.

Eileen la miró directamente a Charlotte, y por primera vez Charlotte se alegr´´o de que alguien pudiera hacerlo… Aquí estaba, por fin, y amabas se sentían solo como las madres e hijas pueden sentirse. Era lo que ellas habían esperado por todas sus vidas y mucho más: para Eileen, una posibilidad probar su “intuición como madre”; y para Charlotte, una posibilidad de tener La Conversación.

—¿Mamá? —Charlotte tartamudeó, buscando las palabras correctas para decir.

—¿Sí? —le preguntó Eileen, expectante.

— Hay un chico… —comenzó Charlotte.



[1] GED es equivalente a Certificado de Equivalencia de Educación Secundaria.
[2] MTA es equivalente a Demostraciones Publicas de Afecto.
[3] Ab Rollers: Ejercicios para los abdominales.
[4] Nouveau riche: Significa nueva rica
[5] Yahweh es el nombre de un Dios en la religión semítica antigua y de Dios en la reconstrucción hebreo biblíca.

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